8.2.11

Recapitulando en la vida cotidiana

Una buena manera de recapitular es estar atento a los momentos que ocurren en la vida cotidiana, a veces las relaciones con los otros o con nosotros mismos nos internan en estados emocionales conflictivos que no acabamos de digerir con conciencia.
Con un poco de empeño en descubrir qué estamos viviendo realmente podemos recuperar nuestro espacio y nuestro sentido. La proyección suele ser un mecanismo de defensa para poner afuera lo que no queremos ver en nosotros, asi las personas que aparecen en nuestra vida se convierten en pantallas de cine donde podemos ver nuestras películas internas, sólo nos falta darnos cuenta de que eso que vemos... somos nosotros... eso que veo en el otro también soy yo y el efecto que me produce, el rechazo, el miedo, la rabia, el dolor, la risa, el amor... ocurre porque me estoy viendo a mí mismo.
Una propuesta en este sentido que nos permite recuperar esos "trozos" de mi mismo, es atrevernos a imaginarnos en el pellejo de la otra persona, esa persona sobre todo que nos saca de nuestro centro, aquella persona que con un diálogo o con un contacto nos levanta la rabia, por ejemplo.
Atrévete a preguntarte qué es lo que no te gusta del otro, y desarrolla esa parte que con tanta facilidad puedes ver fuera de ti, dentro de tu propio cuerpo, en tu propia vida, con tu vivencia.
Ahora pongo un ejemplo...
Empiezo agradeciendo a esta persona que con sus palabras o con su presencia me ha puesto en contacto con mi rabia y admito la posibilidad de que mi enfado no sea con ella, si no con lo que ella refleja de mi misma.
Esto sin duda es una gran oportunidad para entrar dentro de mi y conquistar algo o mucho de claridad, y me permite un encuentro con mi sombra, la sombra, la parte de mi misma que está en la sombra, lo que no veo de mi, lo que no creo que sea mio, lo que pongo fuera con una estrategia nada inocente de apartar de mi misma lo que tanto me cuesta aceptar como mio.
Recapitular es doloroso, el dolor de romper la imagen idealizada que tengo de mi misma y reconocer todo lo que soy yo, lo que me gusta y lo que no me gusta, incluso lo que detesto.
Abrazar no es fácil, exige entregarse y eso a veces para el ego significa morir. Pero también es el nacimiento del corazón y la vida real, auténtica, sea como sea.
Así me pongo ahora manos a la obra...
Venía de hacer unas compras de verduras ecológicas en mi tienda favorita cuando me encontré a una vieja amiga del pasado, así en una pequeña conversación quisimos ponernos al día de nuestras vidas, y en esto yo quise y me tomé un tiempo para explicarle en qué consistía parte de mi trabajo, en concreto le expresé la tarea que yo realizaba como guía de grupos con gestalt, y con otras herramientas de trabajo personal cuya formación había sido parte de mi tiempo en los últimos años. Así esta vieja amiga de mi adolescencia me dijo que no entendía a quién podía ir dirigido esos grupos pues ella misma sabía darse cuenta de sus sentimientos, emociones y sabia gestionar perfectamente sus conflictos internos, que en parte no veía la utilidad de estos encuentros en grupos. No escuchó nada de lo que le dije, o no le sirvieron mis palabras para nada nuevo para ella. Cuando me aparté de esta conversación y este contacto me di cuenta de que se había despertado una rabia en mis tripas.
Yo vi en ella una escucha nula a algo nuevo que se le planteaba, y por supuesto mucha desconfianza. Esto me molestó. Pero ahora si quiero tomar este espejo humano me surge la pregunta ¿cuándo no escucho yo mis ideas nuevas?¿cuando saboteo mis iniciativas?¿y cuántas veces he realizado este sabotaje conmigo misma en mi vida?
La recapitulación no se hace respondiendo preguntas mentales, se hace partiendo de una emoción y se desarrolla a través de la expresión de esta emoción. Hay que mojarse con todo el cuerpo.
Asi que construyo un escenario para que esto sea posible, en mi vida cotidiana, sin grupos, sin terapeutas y sin públicos, confiada en el movimiento orgánico de la emoción.
Estoy sentada en una silla y coloco enfrente de mi, una silla vacía, donde pongo con mi imaginación a esta persona que me suscitó una rabia interna, prometo ser honesta...
-No me gusta que no me escuches, no te estoy atacando- dije poniendo voz a mi rabia -espero de ti una acogida amistosa y no un cuestionamiento de lo que yo considero mi trabajo.
Ahora me cambio de silla y ocupo el lugar vacío, al hacer este gesto con todo mi cuerpo, cambio mi perspectiva, procuro ocupar el pellejo del otro y mirar por sus ojos y hablar con su voz... por supuesto no igual que lo haría el otro si no con la parte de mi que se refleja en el otro.
-Pues es verdad, no me gusta tu trabajo, no me creo que sirva para algo, lo veo inútil, una pérdida de tiempo, una cosa de holgazanes que se aburren, en definitiva, que no me creo nada de lo que me dices, que no te entrego mi confianza -proclama con orgullo esta parte donde yo ahora me siento y que le pongo voz
Ahora prosigo el diálogo y regreso a la primera silla, donde estoy yo inicialmente, y donde está también la parte de mi que espera el apoyo externo.
-Vale, ya sé que estás en mi contra, de acuerdo, quizás estoy sola en esto, o estoy sola sin ti pero puedo arriesgarme a emprender mi proyecto sin tu apoyo, tengo miedo pero quiero arriesgarme a llevar a cabo mis ideas y mi trabajo, aunque no tenga el apoyo de todo el mundo, aunque existan personas que me critiquen o que me rechacen -en este momento siento más tranquilidad y renuncio a obtener el apoyo externo, también me sobreviene una ligera tristeza como de niña solitaria.
Este diálogo exige movimiento y de nuevo cambio de silla, ocupo ahora de nuevo el lugar de este personaje saboteador de planes.
-Quizás voy en tu contra, y quizás soy tu enemigo, pero recuerda que fuiste tú quien me pediste que te entrenara en el arte de la defensa y yo cumplo tus órdenes, te entreno en la defensa ¿recuerdas que cuando niña y sentías miedo pediste ser fuerte y aprender a defenderte para que nadie pudiera tocar tu vulnerabilidad?¿lo recuerdas? para eso te saboteo con toda mi fuerza, ¡para que aprendas a defenderte!
Ahora emerge una emoción desde las tripas y me sobreviene una visión de mi infancia, reconozco a este "enemigo interno" que me hace dudar, me provoca y me pone en crisis siempre que puede... y que pude ver de nuevo reflejado en el rostro de esta vieja amiga... 
-Te reconozco, pero ya no necesito más entrenamiento en la defensa, ahora existen más opciones en mi vida.., ahora estoy aprendiendo a ¡confiar en la vida!... y por eso me arriesgo, me puedo equivocar y puedo integrar todo eso con cariño a mi misma y con serenidad... gracias por el entrenamiento, me ha servido mucho, sobre todo para poder elegir algo diferente... la confianza
Se me queda un sabor de travesura en el cuerpo, ¡me he pillado a mí misma!... y mi sombra se pone a mi servicio, ahora la veo como una pantera negra que me presta sus sentidos amplificados para seguir mi instinto y confiar en la vida, y encontrar las mejores experiencias para mi... y eso me alía a mi misma.
Cualquier ocasión de la rutina cotidiana es una oportunidad para entrar muy dentro de uno... revisar emociones, pillarse a uno mismo en automatismos obsoletos que necesitan de una nueva orientación, y la vida puede convertirse en un trabajo personal permanente a la caza de alianzas entre todos esos personajes internos que forman nuestro carácter y definen nuestras decisiones.  

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